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Dios le dio sentido a mi dolor
Los niños son muy confiados y aún no han desarrollado la capacidad de discernir quién es bueno y quién es malo. Qué es normal y qué no lo es. Lo que está bien y lo que está mal. Yo no era diferente. Bloqueé las caricias sexuales de mi hermano cuando era niña hasta la noche en que tuve mi primer encuentro sexual con mi novio a la edad de 17 años. Hubo algo en mis motivos o quizá en mis emociones aquella noche que, al entregar mi virginidad, desencadenó una serie de recuerdos de mi infancia. En aquel momento de pasión ardiente, me quedé paralizada de repente. Mi cuerpo se puso rígido y al año siguiente fui conducida a lugares oscuros de mi alma que habían estado bloqueados durante años.
Tras una noche intentando acabar con mi vida, un pastor de jóvenes vino a hablar conmigo y compartió su propia historia de abuso. Una chispa de esperanza se encendió, si él sobrevivió yo también podría. La lucha continuó, "¿Cómo podía un Dios amoroso permitir que les sucedieran cosas tan horribles a los niños? ¿Cómo pudo permitir que me sucedieran a mí?". En esa búsqueda de respuestas, encontré más preguntas sin respuesta. La vida está llena de ellas. Aunque no encontré respuestas, en mi búsqueda, sé que Jesús me encontró a mí. Las lágrimas corrían por mis mejillas una noche, sola bajo las estrellas, en un banco de picnic en la playa, fue un encuentro divino. Nos encontramos el uno al otro. Él me ayudó a conocer al Padre, y la entrega sigue siendo diaria.
Estudié psicología infantil en la Universidad Liberty, con la esperanza de ayudar a los niños que sufren. El daño causado en la infancia rara vez se cura en la infancia, pero puede hacerse. Evitar y negar nuestro dolor es mucho más fácil que afrontarlo, asumirlo y aprender a vivir de nuevo en el presente después de un abuso o un trauma. Al trabajar con niños en orfanatos, niños de la calle, en iglesias, en escuelas, en barrios o en familias, las historias de abuso están presentes. El abuso sexual no tiene barreras, se encuentra en todas las sociedades.
Por esta razón, en el 2014 el Señor me dio la visión de la Fundación Elisheva....Una visión para ver a niños protegidos a través de la prevención del abuso sexual, sanados a través de la Palabra de Dios y la alabanza, y restaurados en una relación con Jesucristo.
Mi deseo ha sido poner mi granito de arena para evitar que los niños sufran abuso al saber lo que está bien y lo que está mal, y a la vez proporcionar un lenguaje que los niños puedan utilizar en caso de que hayan señales de abuso. No podemos detener el abuso cuando Dios ha dado al hombre libre albedrío, pero podemos estar preparados para discernir por los niños bajo nuestra influencia y enseñarles a estar alerta. Aunque sólo sea por un niño, merece la pena. Este niño es demasiado valioso para ser ignorado.
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